Qué es.
El amoníaco [NH3], es un gas incoloro con un olor característico compuesto de nitrógeno y átomos de hidrógeno. Se produce de forma natural en el cuerpo humano y en la naturaleza (en el agua, el suelo y el aire) e incluso en pequeñas moléculas de bacterias.
Entre sus usos, el amoniaco puede destinarse para el tratamiento de residuos y de aguas residuales, el almacenamiento en frío, caucho, en las industrias de celulosa y papel y de alimentos y bebidas como un estabilizador, neutralizador y una fuente de nitrógeno.
Riesgos
El amoníaco anhidro (amoníaco puro – NH3), cuando es usado bajo presión como un refrigerante líquido, puede aumentar el riesgo de sobreexposición debido al escape del amoníaco al aire. Es corrosivo a la piel, ojos y pulmones, aun en concentraciones bajas en el aire.
Respecto a sus síntomas de exposición pueden incluir quemaduras a la piel y a los ojos, dolor de garganta severo, y tos/respiración con silbido. Su mezcla con cloro, produce un gas llamado cloramina, el cual es altamente tóxico y que produce ácido clorhídrico al entrar en contacto con las mucosas del cuerpo. Su inhalación puede causar tos, asma u otros problemas respiratorios, además de ardor en los ojos y quemaduras en la piel.
El Real Decreto 374/2001, de 6 de abril, sobre la protección de la salud y seguridad de los trabajadores contra los riesgos relacionados con los agentes químicos durante el trabajo, establece que se entiende por agente químico: todo elemento o compuesto químico, por sí solo o mezclado, tal como se presenta en estado natural o es producido, utilizado o vertido, incluido el vertido como residuo, en una actividad laboral, se haya elaborado o no de modo intencional y se haya comercializado o no, exposición a un agente químico: como la presencia de un agente químico en el lugar de trabajo que implica el contacto de éste con el trabajador, normalmente por inhalación o por vía dérmica, y peligro: como la capacidad intrínseca de un agente químico para causar daño.
De acuerdo a lo dispuesto en el artículo 16. 2. a) de la Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de prevención de Riesgos Laborales: “El empresario deberá realizar una evaluación inicial de los riesgos para la seguridad y salud de los trabajadores, teniendo en cuenta, con carácter general, la naturaleza de la actividad, las características de los puestos de trabajo existentes y de los trabajadores que deban desempeñarlos.
Igual evaluación deberá hacerse con ocasión de la elección de los equipos de trabajo, de las sustancias o preparados químicos y del acondicionamiento de los lugares de trabajo. La evaluación inicial tendrá en cuenta aquellas otras actuaciones que deban desarrollarse de conformidad con lo dispuesto en la normativa sobre protección de riesgos específicos y actividades de especial peligrosidad. La evaluación será actualizada cuando cambien las condiciones de trabajo y, en todo caso, se someterá a consideración y se revisará, si fuera necesario, con ocasión de los daños para la salud que se hayan producido”
Por tanto, desde el punto de vista preventivo, es evidente que el amoniaco, como agente químico ante el que puede estar expuesto un trabajador/a por motivo o en relación a su puesto de trabajo, supone un riesgo para su seguridad y salud, y por consiguiente deberán adoptarse las medidas preventivas necesarias al objeto de eliminar o reducir el riesgo.
Medidas preventivas
Como se ha expuesto anteriormente, el uso de amoniaco por parte de las empresas es frecuente, como pueden ser las conserveras, con fines refrigerantes. En estos casos las medidas preventivas a considerar— entre otras— en la manipulación o trabajos con presencia de amoníaco, se deberá tener en cuenta:
Desarrollar y requerir que el personal de mantenimiento de la refrigeración siga los procedimientos estándares escritos para mantener el sistema de refrigeración según instrucciones del fabricante incluyendo procedimientos rutinarios tales como el drenaje de aceite.
Asegurar que el sistema de refrigeración con amoníaco sea operado y mantenido solamente por personal entrenado y competente.
Todos los empleados necesitan ser formados sobre los riesgos del amoníaco, los signos, síntomas y detección de la fuga del amoníaco, y los procedimientos apropiados de escape en caso de emergencia.
Uso de equipos de protección individual adecuados por parte de los trabajadores/as.